La crisis de conectividad aérea por la que atraviesa San Andrés, tiene en serios aprietos la sostenibilidad del turismo, la principal fuente de ingresos de la economía local. Además, representa una carga que se suma al duro trabajo de los isleños y empresarios en la recuperación del sector después de la pandemia y la reconstrucción tras el paso del Huracán Iota.
Se trata, ni más ni menos, de una situación que evidencia lo insostenible que puede llegar a convertirse una industria dependiente por completo de la aviación comercial. Otra prueba de fuego que desafía la imaginación y la capacidad de gestión del gobierno y el empresariado isleño.
Esta dificultad es una de las más retadoras –quizá– de las que han enfrentado últimamente las islas, puesto que sus causas tienen origen en el sistema y no en fallas humanas ni en las políticas diseñadas, bien conocidas por la opinión pública, las cuales están fuera del control de las autoridades tanto nacionales como locales. Lo que supone un riesgo mayúsculo para la recuperación del turismo en el corto plazo.
De ahí que la construcción de una sólida unidad de voluntades y criterios los sectores público y privado, congresistas y líderes de la comunidad, sea imperativa para poder afrontar con la debida fuerza la situación, encontrar fórmulas de solución de largo plazo, y evitar sucumbir a los enormes estragos socioeconómicos que ya se observan a causa de la rauda caída del flujo de turistas, que según el DANE el diciembre pasado alcanzó un 13,2 por ciento.
Por eso, la Vitrina Turística de ANATO 2023 que empieza este 22 de febrero con el Archipiélago como Destino Invitado de Honor, es una ocasión favorable para sumar esfuerzos y hacer más alianzas estratégicas con los más de 27.000 empresarios que asistirán y enviar el mensaje al mundo de que sigue siendo un auténtico paraíso de gran atractivo para visitantes nacionales e internacionales, gracias a su oferta de sol y playa y naturaleza y cultura.
No obstante, es razonable no hacerse falsas ilusiones porque recuperar la capacidad aérea y asegurar la pronta revitalización del flujo de visitantes, tomará más tiempo. El difícil entorno económico mundial y nacional, que incluye una alta inflación y unos precios de tiquetes aéreos por las nubes, agravados por el alza de los combustibles y la volatilidad del dólar, podrían imponer sus condiciones devastadora, reduciendo el margen de maniobra de los operadores turísticos y el gobierno.
Afortunadamente, soplan vientos a favor en el panorama del turismo internacional y por esto los expertos ven mejores perspectivas para la industria en 2023 en comparación con 2022. Según la última encuesta del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo (OMT), se perfila un posible retorno de las llegadas de viajeros internacionales a los niveles de 2019 durante este 2023.
Por lo tanto Entonces, pasajeros sí hay. Por tanto, concretar, al menos, las bases de un acuerdo con el gobierno nacional para la revisión de los aspectos impositivos que plantea el gobernador Everth Hawkins, es imperativo. Puesto que el restablecimiento total de las rutas aéreas hacia San Andrés, no retornará a las anteriores condiciones si antes no se alivian las cargas que pesan sobre las empresas aéreas y los pasajeros.
Por lo tanto, la recuperación de la buena salud de la economía insular depende en gran medida de un remedio específico hoy: volver a recibir aviones, tarea en la cual no se pueden desestimar ningún esfuerzo.