Tiempo de caza... de votos

Estamos, exactamente, a cinco meses y 18 días de laselecciones de alcaldes y gobernadores del país y ya hay políticos afanados, como si estas fueran mañana. Algunos de forma aparente, todavía, para no ser detectados por los radares de la ley puesto que aún no son permitidas abiertamente. Los hay de todo tipo, como en botica. Algo usual en Colombia. 

Como pintan las cosas, las expectativas de quienes siempre esperan ver nuevas caras y oír nuevas ideas en la política regional, en particular, quedarían vacías otra vez si lo que vemos en el desayuno va a ser igual en el almuerzo. O es que nos pasa como a los arrepentidos que tras elegir a una persona por fuera del molde tradicional pretende luego que actúe conforme al que lleva arraigado desde siempre en la mente, como suele suceder cuando se afronta cualquier cambio de rutina.

En las tempranas campañas hasta ahora vistas, han vuelto a aflorar en su mayoría la diatriba difamadora, el discurso vano y destructivo, las promesas incumplibles, el cinismo puro, en fin. Retornan, y sin ninguna vergüenza, por demás. Por lo que se puede empezar a oler que la del próximo año será otra campaña electoral preparada más para despellejar al oponente por un simple quítate tú para ponerme yo, que para proponer algo resolvente.

El gobierno, como siempre, es el primer el primer blanco a la vista al que se le empieza a lanzar dardos venenosos, y no por nuevos aspirantes, sino por quienes ya estuvieron en el poder ejecutivo y no hicieron nada. Mala vaina. El desarrollo social, la desigualdad, el crecimiento económico equitativo de largo plazo y la generación y asignación eficiente de recursos públicos para apoyar lo anterior en los departamentos y municipios, brilla por su ausencia desde el principio.

Falta tiempo, lo sé. Pero desde hoy toca empezar a preguntarse: ¿Volveremos a elegir a las mismas personas que prometen para incumplir y acusan falta de un espíritu de servicio a la comunidad? ¿Volverán a imponerse las reelecciones de malos conocidos en vez de buenos por conocer? ¿Regresarán los que únicamente saben construir obras de infraestructura sin mayor utilidad social, pero muy útiles para pactar coimas?

¿Pondremos a dirigir otra vez a quienes olvidan a su suerte lo que funciona bien por dedicarse a la contratación de publicidad para sí mismos? ¿La violencia, la injusticia, la desigualdad, la pobreza, y todos esos males que sabemos que existen en las regiones, seguirán siendo sólo alimento de los más hambrientos de poder y dinero? En fin, está en manos de los ciudadanos que no se repita la triste historia.

San Andrés y Providencia son los botones de muestra del equívoco en que caen los habitantes que eligen mal a sus gobernadores y alcaldes –cuyas elecciones serán el 29 de octubre de este año– pues varios de ellos se desviaron del objetivo señalado por los votantes en las urnas y fueron a parar a la cárcel. Por lo tanto, dado el largo tiempo que falta para decidir por quién votar, dedíquele tiempo suficiente y haga un análisis exhaustivo a las propuestas de los candidatos antes de tomar una decisión. Lo más duro de arrepentirse es saber que se pudo evitar.

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.